Carta pastoral del Arzobispo de Madrid y Lisboa Néstor en relación con la propagación de la infección por coronavirus.
¡Queridos padres, hermanos y hermanas en el Señor!
La Gran Cuaresma del año 2020 permanecerá en nuestra memoria como un momento de visita especial de Dios.
Ante nuestros ojos, la forma de vida habitual está cambiando en relación con las medidas destinadas a detener la propagación de una enfermedad peligrosa.
No nos desanimemos, no dejaremos que nos lleve el miedo y el pánico.
El periodo del ayuno es un tiempo de restricción, soledad, arrepentimiento y oración.
Les invoco a aceptar lo que está sucediendo con humildad y coraje. Las prescripciones sanitarias y preventivas de las autoridades deben cumplirse escrupulosamente, al igual que los requisitos del simple sentido común.
No hace falta decir que, con los síntomas más leves de la enfermedad, es necesario quedarse en casa y limitar sus contactos con las personas.
La presencia de personas con tales síntomas en los oficios religiosos es inaceptable.
Les ruego que muestren prudencia y se cuiden unos a otros.
El Señor es misericordioso.
Esa prueba es temporal.
Hasta el final de la epidemia doy mi bendición agregar a la letanía de la ferviente suplica durante la Liturgia Divina la siguiente petición:
Oh, Señor, nuestro Dios, el Médico de nuestras almas y cuerpos, en nuestra enfermedad y debilidad con ternura rogamos a Ti: salva, salva a Tu pueblo y no lo destruyas hasta el final, con humildad suplicamos a Ti, escucha y ten piedad.
No desees la muerte de los pecadores, sino quieres que todos regresen y se salven, Te rogamos, salva este país, esta ciudad, hermanos y feligreses de este templo de enfermedades y dolencias, rogamos a Ti, Señor, fuente de vida e inmortalidad, escucha y ten piedad.
y oración:
Señor Dios nuestro, mira desde lo alto de Tu santa morada a la oración de nosotros, tus siervos pecadores e indignos, por esta ciudad, por España, Portugal y por todos nuestros países y de sus pueblos. No entres en el juicio con Tus siervos, sino aparta Tu ira movida hacia nosotros, detén el viento mortífero, cura a los enfermos, fortalece a los débiles.
Porque a Ti pertenece enviar misericordia y salvarnos, Dios nuestro y Te glorificamos a Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
Pido a todos vosotros la bendición de Dios.
Néstor, Arzobispo de Madrid y Lisboa.